Algunas personas pueden pensar que al editar las fotografias se pierde la espontaneidad del momento o la pureza del instante y del acontecimiento, y que por lo tanto, una fotografía editada no es una fotografía de verdad, una fotografía, por llamarlo de algún modo, natural...
y eso sería verdad si realmente la fotografía sin editar fuese capaz de captar la realidad tal cual, pero lo cierto es que sólo capta una interpretación determinada por las limitaciones técnicas de la cámara y del momento.
Sobre el concepto de interpretación y de verdad se entenderá mejor si pensamos en términos musicales: dispongo de dos interpretaciones diferentes de la sinfonia coral (la nº 9) de Beethoven, en teoría, al ser interpretaciones diferentes ninguna es la auténtica "coral" de Beethoven. Nos tendríamos que preguntar por la auténtica: ¿es la de la partitura original manuscrita de puño y letra de Beethoven? ¿O la auténtica es la que tenía Beethoven en su oído antes de ponerse a escribirla? ¿O la de verdad es la que se realizó el día del estreno y las demás no son las auténticas? Pero si Beethoven estaba sordo, ni siquiera el podría certificar que esa 9ª que no escuchó fuese la de verdad. En fin, espero que hayáis entendido los tremendos problemas que trae plantearse el problema de la realidad de verdad en el terreno artístico y que podáis relativizar de ese modo esas ánsias de pureza, de mundo puro y prístino, natural que en realidad nunca ha existido y nunca existirá, puesto que el mundo es un artefacto, un artificio, una obra de arte, contruida por la interacción de nuestros sentidos con las cosas...
Depende de (me llamaréis pesado, pero quiero que quede bien claro) de la idea inicial del autor. A lo mejor, en tus piezas no importa para nada esa supuesta espontaneidad mientras que, para otros autores, la espontaneidad lo sea todo. Lo importante es acercarse lo máximo posible al objetivo con los medios de que disponemos.
ResponderEliminarLo que también está claro es que, como tú bien dices, las limitaciones técnicas, e incluso nuestras propias limitaciones físicas y perceptivas, siempre van a resultar un obstáculo y nunca se va a poder realizar una obra "perfecta". Cuando estaba más metido en video-creación, intenté guardar el infinito dentro de una cinta de VHS. Para ello, conecté una cámara a una televisión y grabé la pantalla de la segunda con la cámara. Esto producía una retroalimentación que, se supone, llegaba al infinito. El problema surgía cuando nos dimos cuenta que las retropantallas que aparecían en la TV se podían siempre contar. Y es que los aparatos eléctricos tienen dispositivos de seguridad por si algún chalado intenta este tipo de cosas.
En el caso de arte en directo (música, teatro, performance) no creo posible acotar cuál es la representación verdadera. En todo caso, cada uno de los espectadores debe tomar su percepción por la única que conoce, dejando para el autor esos quebraderos de cabeza.
Vaya rollo ¿no?
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