NOTICIA : Proyecto 2010/11

Ya tenemos el blog de referencia de todos los proyectos: ms2arte ensayos y errores.
Este año continuamos el proyecto en otro blog: Tempus fugit. Os invitamos a participar en esta nueva expedición de aprendizaje y descubrimiento en la ciudad y el tiempo.
Esperamos que sea de vuestro gusto.

Proyecto

"La Ciudad del Arte" es un proyecto educativo del centro Martí Sorolla II. El día 26 de febrero de 2010 el alumnado del centro realizó una expedición de descubrimiento por la ciudad de Valencia. Los alumnos y alumnas de los difertentes cursos recorrieron esa mañana diferentes barrios para levantar el acta artística y estética de la ciudad. Fotografía, video y audio nos enseñaron a ver, oír y sentir de otro modo la ciudad del arte.
Contactar con el equipo en ms2arte@gmail.com

Nuestros primeros pinitos

Cómo suena este Blog...

Cuaderno de apuntes rápidos y memoria fotográfica de Sara

domingo, 31 de enero de 2010

Esa inquietante Belleza...nos habla.

En su obra “El malestar en la cultura” Sigmund Freud advertía sobre los inconvenientes de una civilización que exige a sus miembros excesivos sacrificios instintivos en las aras de sus ideales culturales. El progreso consistente en maximizar la utilidad de la productividad encadena a los individuos a la dura roca de una responsabilidad orientada exclusivamente a la esfera del trabajo, y los condena a segregar humores internos y externos que acaban por perforar y obturar sus malolientes vísceras intestinales, y envenenar sus relaciones personales y laborales: incapaces de soportar la frustración continua y constante de sus necesidades amorosas, acaban por sucumbir a la neurosis, al dogmatismo, a todo tipo de fanatismo, y a esa terquedad tan característica de toda ortodoxia y de todo integrismo.
En cambio, hay algo en la cultura que al parecer escapa a este culto utilitarista y calculador: la belleza. “La belleza, que no quisiéramos echar de menos en la cultura, ya es un ejemplo de que esta no persigue tan sólo el provecho”, dice Freud, remarcando la inutilidad de la misma y enlazándola con los sentidos, con la sensibilidad, con la sensualidad, en definitiva, con el placer sexual, justamente aquello que está desterrado y proscrito de la realidad.
La belleza, aquello inútil y carente de interés desde el punto de vista cotidiano, surge en cada momento como una revelación que exige de nosotros, ante todo, que nos detengamos a contemplarla y gozarla olvidando todo cálculo, todo interés, y todo provecho. A esta actitud abierta y receptiva más allá de la consideración puramente racional se le llama actitud estética: disposición a entregarse a la contemplación y al goce de la cosa tal como ella lo exige, dejándola en libertad para que sea ella misma la que se nos muestre como es y no como nosotros quisiéramos que fuese.
Tal como enseña Herbert Marcuse en su “Eros y civilización” existen otros héroes culturales más allá o al lado de esas hormigas llamadas Prometeo, Hércules, Hermes o Fausto, están también esas cigarras que invocamos bajo el nombre de Narciso, Dionisos y Orfeo, aquellos héroes de la belleza que gozan de sí mismos y de la vida bajo el principio del placer, principio que nos ata a la vida frente al principio de realidad y funcionamiento que lo niega y cuya categoría fundamental es la más nefasta de las palabras: “sacrificio”, organización de la economía total de la existencia como negación de sí mismo en las aras de un Ideal que es la Nada.

En educación olvidamos muchas veces abrir a la experiencia del educando este aspecto estético de la existencia tan fundamental, la educación de la sensibilidad, de la sensualidad, del gusto y del placer, porque de un modo erróneo hemos educado, no para la vida y su goce, sino para su negación y sacrificio en pro de una existencia enferma que teme cualquier forma de goce y que ya no se reconoce como vida y sonrisa, sino como simple funcionamiento y engranaje.
“El que no ama, enferma” advierte Freud en otro ensayo (ya sabía algo de esto fray Luis de León en su obra "Los nombres de Cristo": “No se puede vivir sin amar”), pero amar, decía Platón, sólo se puede amar lo que es bello, y sobre todo lo que él llamaba “Belleza en sí” una especie de luz olvidada que resplandece en todas las cosas y que sólo la actividad artística y la actitud estética es capaz de traernos y revelarnos. Esta luz llamada Belleza nos habla de un mundo pacificado, no quebrado y roto por la lucha por la existencia, por la competencia, por la productividad, por el interés, el cálculo y el provecho. Tal vez, para recuperar el respeto y la admiración por la existencia sólo nos quede esta vía, la vía del arte, vía escasamente aprovechada, tal vez por la libertad que implica esa forma de libertad que nos aproxima a lo que los humanos han soñado como “los dioses”, me refiero a la creación, a la creatividad, es decir, a traer y hacer brillar aquí y ahora, lo que no existe aún, un mundo armonioso y bello y la forma de vida que le acompaña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario